Estamos pasando un momento nuevo para la mayoría, en el cual, muchas cosas no nos quedan tan claras como desearíamos se nos informara. Esto sucede, en la mayoría de situaciones de emergencia en donde la toma de decisiones se torna de un momento donde todo se vuelve urgente e importante para quienes están al frente de la situación.
En los más de 10 años trabajando en situaciones de emergencia como parte de Médicos Sin Fronteras, pude en momentos con tristeza y en otros con resignación, observar como lo máximo se vuelve mínimo para quienes en forma distante se vuelven espectadores y en algunas ocasiones fiscalizadores de las acciones que se toman.
Durante una situación de emergencia, todos tenemos un rol y en ocasiones este será activo y en otro pasivo. Tenemos la tendencia de asumir, pero cuidado que asumir es peligroso porque lo que a mi juicio funciona para el otro posiblemente no lo sea.
Lo que para mí es suficiente para el otro es demasiado, ahí es donde se vuelve clave el tratar en lo máximo posible de considerar el nunca perder de vista estas dos acciones: comunicación y trabajo en equipo.
Nos atrapó una epidemia en la que el atacante es invisible y desconocido. Una epidemia que al inicio se pensó era un brote ya que el escenario era una región lejana del continente asiático. En cuestión de semanas, talvez para algunos meses, pero para otros días, nos dijeron pasaría de brote gripal a mortal enemigo que viajaría como huésped hacia otros continentes tomando como ventaja la globalización del mundo y que tocaría la puerta de todos los continentes sin distinción de raza, credo, estatus social o económico ni mucho menos lugar de residencia volviéndose la primera y esperemos la única pandemia del siglo XXI.
Como toda emergencia los gobiernos organizarán sus recursos y en base a sus posibilidades vemos como las decisiones van avanzando. Por ser esta emergencia una epidemia, los actores principales son los Ministerios de Salud de cada país auxiliados por asesores y por actores que trataran de aportar sus conocimientos basados en experiencias todo para agilizar y organizar un sistema de gestión sanitaria viable que permita disminuir las fatalidades al máximo posible o sea salvar vidas.
Nos agarró un bicho invisible y desconocido que pone a prueba a cualquier sistema de salud y nación a nivel mundial. Vamos aprendiendo sobre la marcha. Vamos socializando lo que a otros les ha funcionado, pero OJO que esta emergencia es más complicada de lo que pensamos porque aparte de tomarnos de sorpresa nos agarra como sociedad acostumbrada a prácticas curativas, pero aun en pañales en lo que concierne a prevenir.
Se nos indican como piedra angular practicar medidas preventivas básicas para evitar contagiarnos o contagiar; sin embargo, nos cuesta mucho creer que unas simples prácticas de higiene sean la mayor cura, por lo que seguimos abogando por una cura mágica que sin esfuerzo más que económico nos salve de ser presa de un atacante invisible que paso de inocente a un completo depredador; sin embargo, yo me pregunto: ¿Qué aún no nos damos cuenta que estamos en una situación donde YO SOY PARTE DE LA SOLUCIÓN PERO TAMBIÉN PARTE DEL PROBLEMA?
¿Cómo cambiamos en menos de 15 días de que una pastilla nos cura a que está en mí evitarlo? ¿Cómo yo sistema de salud a nivel mundial vengo luego de tantos años de vender pastillas la idea a la población que medidas de higiene y distanciarme físicamente de los demás me va a evitar la muerte?
O sea, que al final todo se traduce en solidaridad y amor a mí mismo o mejor dicho amor a la vida y deseo de estar sanos… ¿Será que nos hemos olvidado de que cada uno de nosotros somos responsables de nuestra propia salud?
Tomemos conciencia porque a todos nos toca priorizar, pero aún más a los sistemas de salud, los cuales, aunque deseen no van a tener capacidad de atendernos individualmente como hace unos meses, porque en situación de epidemia priorizar la atención en base a criterios médicos y principios de bioética y salvar a los más vulnerables se vuelve la mayor prioridad.
